Un buen pastor, un pastor según el Corazón de Dios, es el tesoro más grande que el buen Dios puede conceder a una Parroquia, y uno de los dones más preciosos de la misericordia divina. Así nos lo decía el Santo Cura de Ars, porque el sacerdote no es sacerdote para sí mismo sino para vosotros. Es por ésto que hoy nos alegramos y regocijamos felicitándo y celebrando todos los que formamos la familia parroquial las bodas de oro sacerdotales de nuestros queridos don Miguel y don Mariano, a quienes encomendamos de manera especial y con todo cariño.